Rafael Azul, wsws
Roma, fue escrita y dirigida por el cineasta mexicano Alfonso Cuarón (Y Tu Mamá También, 2001, Children of Men, 2006, Gravity, 2013). Esta obra, en blanco y negro, es un regreso en el tiempo y la memoria a la niñez de Cuarón (nacido en 1961) y dedicada a la nana de la niñez de Cuarón. Cleo (Yalitza Aparicio) es el personaje principal, una sirvienta doméstica en un hogar de clase media-alta.
Toma lugar entre el otoño de 1970 y la mitad del verano de 1971, rodeando el embarazo no deseado de Cleo, quien estaba soltera.
Roma es un retrato sensible de una familia emocionalmente quebrada, en el entorno más amplio de una crisis social. Sigue a Cleo, una india mixteca, en el trajín de sus labores diarios, incluyendo el cuidado de los cuatro niños de la familia.
Se trata de una obra artística verdaderamente importante. Cuarón logra pintar un cuadro de fuerza y dignidad humana en un ensayo filmado, una poesía sobre un difícil periodo en la vida de la familia, y de Cleo. Lo hace sin sentimentalismo, sin romanticismo excesivo y sin cultivar el heroísmo. Este director y escritor (quien también fotografió y coprodujo la obra) optó por concentrarse en la suerte más penosa y emotiva de la protagonista de clase obrera, Cleo, y no en los problemas de los otros miembros de la familia, cuyas condiciones, obviamente también podrían ser temas legítimos.
En una escena inicial, Cleo lava la ropa de la familia en la azotea, mientras dos de los niños juegan; la cámara nos muestra un panorama de otras mujeres en azoteas próximas, cada una concentrada en la misma labor. En medio de esas rutinas, uno siente que la escena nos cuenta algo especial de Cleo, quien pausa en su trabajo para participar en la vida de fantasía del menor de los niños, un tête à tête emocional, que anticipa un episodio dramático al final de la cinta.
En otra secuencia memorable, Cleo viaja en autobús a las márgenes de la ciudad, a una villa miseria, un barrio de casitas de cartón y lata rodeando un campo de lodo, que pinta un cuadro de la vida de los migrantes campesinos a quienes la suspensión de las reformas agrarias de antes de la guerra expulsaba de sus campos y hundía en la pobreza.
El ruin entorno de este pueblo marginado contrasta con la energía y creatividad de sus habitantes.
Cleo camina hacia donde va mientras que un auto parlante bombardea el barrio con propaganda política que cínicamente alaba los beneficios que el presidente Luis Echeverría otorga a esta comunidad. Echeverría fue ministro del Interior bajo el previo gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, y dirigió en 1968 la infame masacre de Tlatelolco donde fueron asesinados entre 300 y 400 estudiantes.
El gobierno mató en los años 1960 y 1970 a un sinnúmero de estudiantes, obreros y campesinos durante su guerra sucia contra la oposición política. Además de las víctimas de las masacres, se estima que al menos desaparecieron mil doscientas personas. Grupos mexicanos de derechos humanos poseen evidencia de 650 civiles que desaparecieron sólo en el estado de Guerrero, en el sudoeste mexicano, más de 400 de ellos de la comunidad de Atoyac de Álvarez. Los que sobrevivieron las detenciones cuentan horribles relatos de tortura y sufrimiento.
Otras imágenes en Roma, las sombras de hombres en entrenamiento paramilitar, niños en un campo, un árido paisaje mexicano y el desfile militarista de una banda de jóvenes de escuela secundaria en las calles de Roma, son momentos nodales en este relato. Efectivamente dirigen la atención de la audiencia hacia el drama y las tensiones subyacentes.
Roma se desarrolla en un contexto histórico. Hacia 1970 México llegaba al fin de su auge económico de posguerra y comenzaba un largo periodo de descomposición económica y social, de la que el país aún no se recobra.
El fenómeno de urbanización y proletarización de los campesinos, de los pueblos y campos a los arrabales, ocurría en la época de posguerra a través de América Latina y resultó en la transformación en megaciudades de la Ciudad de México, São Paulo, Buenos Aires, Río de Janeiro y otras. Creó, entre otras cosas, un ejército de empleadas domésticas, trabajadores de servicio, vendedores y artistas ambulantes, como los que la película presenta.
Entre 1950 y 1960 ocurrió un crecimiento explosivo en México de latifundios de más de mil hectáreas, y, en paralelo, un crecimiento volatil de minifundios de menos de 5 hectáreas. Cincuenta por ciento de los campesinos quedaron sin tierra. En la película, Adela (Nancy García), la sirvienta compañera de Cleo, le susurra a ésta que a su madre el gobierno le había quitado su tierra.
Una enorme resistencia campesina acompañó esa transformación agraria.
En verdad, varía mucho cómo responden los individuos a las transformaciones sociales; pero, si se supone que el personaje principal representa una capa social, un “tipo”; puede malinterpretarse que Cuarón pinte a Cleo como sumisa y trabajadora, la primera en despertarse en la mañana, la última en acostarse, alguien que sabe cual es su lugar en el hogar, a la que nunca hay que recordar de sus deberes.
Cleo, agradecida de que Sofía (Marina de Tavira), su jefa, no la despida por estar “en estado” de embarazo, sigue haciendo todo lo que se espera de ella. Trepa todos los escalones a la azotea para lavar la ropa a mano, trapea los pisos, sirve la comida, etcétera. Además, despierta a los niños, con quienes está muy apegada, y los preparara para la escuela. Está especialmente apegada al niño más joven de la familia.
A medida que progresa la cinta, se sugiere un vínculo especial entre las mujeres del hogar. Sofía, en medio de un matrimonio sin amor, su madre viuda y las dos sirvientas. En un momento, Sofía, borracha y triste, le dice a Cleo que las mujeres siempre están “solas”. De todos modos, la relación de mando está bien establecida. Cleo nunca se queja, siempre obedece al instante, y nunca alza la voz, aún cuando se la trate injustamente.
El vínculo emocional más intenso de Cleo es con los niños. Llegará el momento en que su intensa devoción hacia ellos la obligará a ir más allá de lo que exigen sus deberes.
Otro elemento del film es la funesta influencia estadounidense. La de Cuarón es una crítica cultural, que pinta a los yanquis y a sus imitadores mexicanos, como terratenientes obsesionados con las armas, bebedores de whisky, mujeriegos y mata animales. En una escena, el entrenamiento físico de una tropa paramilitar asesina, conocida colectivamente como “Los Halcones”, está siendo supervisada en la película por un oficial de Estados Unidos (de la CIA).
La masacre de Corpus Christi
El 10 de junio de 1971, el día de Corpus Christi en el calendario católico, cientos de estudiantes universitarios marcharon por las calles de la Ciudad de México, exigiendo libertades políticas y derechos democráticos para campesinos y obreros, el fin de la represión de las luchas obreras y un sistema de educación que elevara el nivel cultural de obreros y campesinos.
La manifestación es acorralada por el ejército mientras los halcones atacan con salvajismo. Unos ciento veinte estudiantes fueron masacrados. Estudiantes heridos que intentan esconderse son atacados y asesinados, incluso en salas de emergencia. La matanza de ese jueves de Corpus también es conocida como “El Halconazo”. Hasta hoy en día, nadie ha sido procesado por ese horrible crimen.
Cuarón dramatiza honrosamente ese acontecimiento. Cleo y la madre de Sofía, quienes estaban comprando una cuna, son testigos de la carnicería de Corpus Christi y quedan muy atemorizadas.
En un momento fuerte y emotivo una estudiante, acunando a su agonizante compañero y pidiendo socorro, exige saber porqué esto está ocurriendo. Cleo reconoce a uno de los brutales asesinos y comienza a tener dolores de parto.
La pregunta de la estudiante grita por una respuesta.
Para evaluar cómo impacta Roma a la juventud actual, la página de Internet mexicana Reporte Índigo entrevistó a estudiantes de escuela secundaria que acababan de ver la película.
Abigail Ardavín, de dieciocho años, declaró sobre el halconazo: “Normalmente nos cuesta trabajo, a mi generación por lo menos, imaginar lo que pasó en el pasado, como que no hilas bien las cosas y entonces cuando te ponen una representación de cómo era la vida, ves la comparación de qué ha pasado con la sociedad”.
“Hay partes que te quedas temblando y creo que la narrativa me gustó y la evolución de la historia es muy… sigo procesándola. Grande, grande, la historia de Roma”, añadió Jair Nieto.
No es posible exagerar el gran significado de captar la atención de los jóvenes, en particular, hacia los acontecimientos históricos; tal como lo ha hecho Cuarón.
Aunque los dos films son muy diferentes, productos de diferentes épocas y circunstancias, el enfoque de Cuarón, y el nombre de la película, trae a la mente otra Roma, la del director italiano Roberto Rossellini, Roma ciudad abierta (Roma cittá aperta, 1945). Son inseparables los acontecimientos históricos de ambas películas del gran significado de las relaciones humanas. El uso de actores no profesionales también le da a ambas películas un aspecto de documental.
Nadie que vea la película debe ignorar que Roma, escrita al revés es Amor en castellano; la verdadera heroína de esta cinta, Libo, fue la nana de Cuarón. Esta obra está dedicada a su memoria.
Roma está siendo muy aplaudida. Se pronostica que ganará un premio Oscar en el 2019. Son excelentes sus imágenes, el sonido y las habilidades de sus actores. La fama de Cuarón es muy merecida. Cabe señalar que este cineasta una vez explicó que su “gran fuente de inspiración fue mi tío Alfonso Quiróz Cuarón, un mundialmente famosos criminólogo. Fue él quien encontró al asesino de [León] Trotsky; quien le presentó a gente como Gabriel García Márquez; y quien le aconsejaba constantemente a concentrarse en temas personales, encuadrándolos en un contexto sociopolítico”.
No cabe duda que los acontecimientos muchas veces trágicos de México y América Latina en los años 1960 y 1970, en la juventud de Cuarón, pesan sobre él. Roma es pintoresca, pero las amplias imágenes en que sirven de marco a los acontecimientos ante una cámara muchas veces estática, sugieren una perspectiva pasiva y fatalista; cosa que levanta la sospecha razonable que esa perspectiva y la lealtad total de Cleo y de todos los sirvientes en la cinta están ligadas (no aparece ningún otro sector de la clase obrera).
En ese sentido, el enfoque de Cuarón contrasta con el espíritu rebelde y la resistencia de obreros y campesinos mexicanos a lo largo de la historia, en los años 1970 y en la actualidad. Durante los años 1950 y 1960 en México hubo intensas luchas de clase; participaron mineros, obreros de ferrocarril, maestros y otros sectores clave del proletariado. Los que vivieron la década de 1970, cuando se intensificaron esas batallas, indudablemente fueron afectados muchísimo por esas luchas.
Desgraciadamente, Roma deja de lado esa parte de la historia.
Inicialmente Roma se estrenó en un número limitado de cines en EEUU. El catorce de diciembre se estrenó en la cadena Netflix.
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