lunes, 11 de febrero de 2019

Green Book, una amistad sin fronteras


Carlos Bonfil, La Jornada

Yo sí soy tu negro. Green Book: una amistad sin fronteras (Green Book, 2018), de Peter Farrelly, notorio en una época, junto con su hermano Bobby, por comedias tan exitosas como desiguales (Loco por Mary, 1998; Dos tontos muy tontos, 1994), se aventura en el terreno hoy muy pantanoso de la corrección política con una comedia sobre una amistad viril en el clima de segregación racial del sur estadounidense. La acción transcurre en 1962, apenas cinco años después del episodio de odio racista en el que la joven estudiante afroestadounidense Dorothy Counts padece el escarnio verbal y recibe los escupitajos de sus condiscípulos blancos por atreverse a asistir a una escuela para blancos en Charlotte, Carolina del Norte. Donald Shirley (Marhershala Ali), el protagonista negro de Green Book (cinta basada en hechos reales) no es en absoluto un personaje ordinario. Se trata de un artista acaudalado, pianista educado en Leningrado que goza de cierta celebridad en el medio musical neoyorquino. Cuando sus agentes le organizan una gira artística por Estados Unidos (que incluye de modo temerario una parte de los estados sureños donde prevalece la segregación racial), le contratan como chofer y protector al muy eficaz cadenero de centros nocturnos Frank Anthony Vallelonga (Viggo Mortensen), un italoestadounidense racista y hablador (su apodo es Tony Lip) con quien el refinado pianista negro habrá de desarrollar la intensa y atribulada amistad de la típica pareja dispareja de la comedia hollywoodense.

martes, 8 de enero de 2019

Por qué ‘Roma’, de Alfonso Cuarón, es una obra maestra (o lo parece)



Luis Roca Arencibia, El Asombrario

‘Roma’, del mexicano Alfonso Cuarón recibió, hace dos noches, dos de los premios grandes en la ceremonia de entrega de los Globos de Oro. Mejor película de habla no inglesa y mejor director. Esta película realmente nos impresionó en 2018, y queremos volver a ella, no solo por los recientes galardones recibidos, también para subrayar cómo la cultura –la de verdad, la de calidad–, nos sigue haciendo grandes y salvándonos de tanta necedad y vulgaridad que la vida nos arroja a los pies y la cabeza.

Para empezar, digamos que es obvio que el guión de Roma, escrito por la misma persona que la dirige, fotografía y monta, el mexicano Alfonso Cuarón, no sigue los cánones del nocivo y tan exitoso esquema aristotélico impuesto con saña desde los años 70 del siglo pasado por el cine comercial norteamericano, donde, a través de la evolución de las acciones de un protagonista-héroe, la historia evoluciona con este protagonista como eje único enfrentando y solventando, con ayuda de otros personajes o a pesar de ellos, todos los problemas que encuentre a su paso, para terminar victorioso frente al antagonista.

En Roma no hay ni héroe ni siquiera antihéroe, la protagonista Cleo (Yalitza Aparicio) es un personaje de raza indígena de clase baja, empleada doméstica en el México de 1971. Un tipo de “andar por casa”, nunca mejor usada la expresión, cuyo estándar en el cine de tendencias masivas sería, en el caso de que llegara a ser considerado, un personaje secundario con rasgos cómicos. Por otra parte, que la historia se desarrolle en una colonia (barrio) de clase media de Ciudad de México, poco frecuentado por el cine del mainstream, contribuye también a alimentar el interés por descubrir vidas y mundos nuevos, inherente al cine mejor considerado.

jueves, 3 de enero de 2019

Roma de Alfonso Cuarón: arte y lucha


Rafael Azul, wsws

Roma, fue escrita y dirigida por el cineasta mexicano Alfonso Cuarón (Y Tu Mamá También, 2001, Children of Men, 2006, Gravity, 2013). Esta obra, en blanco y negro, es un regreso en el tiempo y la memoria a la niñez de Cuarón (nacido en 1961) y dedicada a la nana de la niñez de Cuarón. Cleo (Yalitza Aparicio) es el personaje principal, una sirvienta doméstica en un hogar de clase media-alta.
Toma lugar entre el otoño de 1970 y la mitad del verano de 1971, rodeando el embarazo no deseado de Cleo, quien estaba soltera.

Roma es un retrato sensible de una familia emocionalmente quebrada, en el entorno más amplio de una crisis social. Sigue a Cleo, una india mixteca, en el trajín de sus labores diarios, incluyendo el cuidado de los cuatro niños de la familia.

Se trata de una obra artística verdaderamente importante. Cuarón logra pintar un cuadro de fuerza y dignidad humana en un ensayo filmado, una poesía sobre un difícil periodo en la vida de la familia, y de Cleo. Lo hace sin sentimentalismo, sin romanticismo excesivo y sin cultivar el heroísmo. Este director y escritor (quien también fotografió y coprodujo la obra) optó por concentrarse en la suerte más penosa y emotiva de la protagonista de clase obrera, Cleo, y no en los problemas de los otros miembros de la familia, cuyas condiciones, obviamente también podrían ser temas legítimos.

En una escena inicial, Cleo lava la ropa de la familia en la azotea, mientras dos de los niños juegan; la cámara nos muestra un panorama de otras mujeres en azoteas próximas, cada una concentrada en la misma labor. En medio de esas rutinas, uno siente que la escena nos cuenta algo especial de Cleo, quien pausa en su trabajo para participar en la vida de fantasía del menor de los niños, un tête à tête emocional, que anticipa un episodio dramático al final de la cinta.

ShareThis