Shortbus provoca desde las primeras tomas, cuando nos presenta a diversos personajes de la metrópolis neoyorkina rindiéndose al libre albedrío de sus ansías: una pareja practicando posturas avanzadas del Kamasutra, un personaje contorsionándose con la intención de practicar la autofelación, un voyeurista que graba y fotografía todo, una pareja que practica sexo sadomasoquista, etc, para hacer que todo culmine en una catarata de orgasmos casi como si fuera la bienvenida de año nuevo.
El problema viene cuando en verdad nos vamos dando cuenta de que gran parte de ello era mentira (orgasmo fingido, deseo frustrado, soledad total). Los personajes de Shortbus toman al sexo como si fuera el Sol y giran en torno a él como un variopinto uniforme de planetas en el cual si se está muy lejos se enfría y si se está cerca termina devorado en la maquinaria del consumo. Así de simple.
Quizá lo más logrado de esta historia sean las apariciones de Justin Bond, el propietario del club que da nombre al título del filme y donde cualquier inclinación o apetencia sexual tiene en él cabida. mientras hace referencia a una habitación que recoge la fruición lúbrica colectiva dice “esto es como en los ’60 pero con menos esperanza”, una sentencia nada venial y que responde a la intención de esta película por evocar un pasado que quiere sentir cercano pero que no tiene nada de presente pues no se puede comparar el descontento masivo frente a la guerra del Vietnam con la actitud pusilánime que han mantenido con Bush y todas sus brutalidades frente a Irak, Afganistán, Siria, Irán, etc. En este sentido le queda corta la historia a Cameron Mitchel. Como un segundo punto que resulta interesante de tratar en esta somera y rápida perspectiva, es el tema del sexo en pantalla y su evolución en los últimos años, tema que considero más atrayente pues es harto largo el camino desde El Imperio del Deseo (Oshima), El último tango en París (Bertolucci) o Emmanuelle (Jaeckin), hasta los filmes recientes como Fóllame, Intimidad, Mentiras o Irreversible. Si bien en todos podemos constatar la presencia de nuestro amigo Donatien Alphonse De Sade conocido como el Marqués, muchos olvidan que esto no se trata solo de temor, sino que también de temblor y de potenciar historias donde los personajes sean algo más que pura epidermis.
2 comentarios:
¡Qué buena película! Los primeros minutos son un tratamiento de shock, pero luego te olvidas de lo fuertes que son las escenas, y te concentras en la historia y los personajes.
Le hicimos una entrevista muy cortita pero divertida a John Cameron Mitchell. Es un tipo encantador. saludos -Ricardo
en realidad la pelicula es una mas del monton, dista de estar a la altura de "el imperio de los sentidos" o en otro registro "el ultimo tango..." va mas por la senda de "kids" o "ken park" que son registros menores del "estilo", no le subamos el pelo a un filme del que dificilmente nos acordaremos en unos años.
saludos. jose luis.
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