martes, 29 de julio de 2008

A 25 años de la muerte de Luis Buñuel

Afiche de Un perro andaluz

La escena se ha repetido miles de veces. Y pone la piel de gallina: En primer plano, un joven fuma serenamente un cigarrillo mientras saca filo a una navaja con una correa. Observa el cielo nocturno. Una nube corta la luna. El joven separa con los dedos los párpados de una mujer que mira la cámara y que sabe que la miramos, acerca la navaja al ojo abierto y lo rasga de un solo tajo. El joven es Luis Buñuel, y la escena de Un perro andaluz (1928) sigue estremeciendo. Desde su primera película -realizada junto a Salvador Dalí-, Buñuel concibió la pantalla de cine como un ojo dormido que debe ser despertado por un cámara que haga las veces de navaja, clavo, alfiler. "Si se le permitiera, el cine sería el ojo de la libertad -señaló una vez-. Por ahora podemos dormir tranquilos dado el conformismo del público y los intereses comerciales. Pero el día en que el ojo del cine vea y nos permita ver, el mundo estallara en llamas"

Luis Buñuel, pilar de la cinematografía mundial, cumple hoy 25 años de fallecido. En España será recordado con una exposición de mil fotografías de sus películas. En otros lugares se exhibirá La edad de Oro o El fantasma de la libertad; El discreto encanto de la burguesía o Los olvidados, una película declarada patrimonio cultural de la humanidad.

Nacido el 22 de febrero de 1900 en Calanda, Teruel, estudió y vivió en Zaragoza y hasta fue campeón amateur de boxeo con el sobrenombre de El León de Calanda. Junto a Dalí crearon ese movimiento llamado surrealismo que dió vida a Un perro andaluz y La edad de oro. Fue amigo de Federico Garcia Lorca, Rafael Alberti, Juan Ramón Jimenez. La dictadura de Franco lo obligó a huir de España y llegar a Hollywood. Pero se radicó definitivamente en México en 1946. Hasta su muerte, el 29 de julio de 1983.

A sus 80 años, Un perro andaluz está considera una de las grandes obras de la historia del cine, aunque en su tiempo fue criticada, censurada y prohibida por la iglesia. “No quiero que mi película alegre a los espectadores, sino que los ofenda”, afirmaba sobre la intención de la cinta. Sin embargo, lo que en aquel momento conmocionó a la audiencia luego sería modelo de muchos directores incluyendo a maestros como Hitchcock, Bergman, Polansky.

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