sábado, 7 de junio de 2008

Metrópolis - Fritz Lang, 1926

Metrópolis constituye uno de los casos más complejos y apasionantes de la Historia del Cine. Pocas películas fueron tan masacradas, mutiladas e intervenidas como ésta y, a la par, de pocas se puede tener una visión tan completa de lo que el film podría haber alcanzado de no caer en malas manos. La Metrópolis original sólo pudo verse en Alemania entre enero y mayo de 1927. Para su estreno en Estados Unidos reducía sus 170 minutos originales a 120, y versiones posteriores amputaron elementos y transformaron diversos componentes argumentales sin la más mínima consideración a la estructura de la obra original.

Varias adaptaciones han reducido la duración del film a 94 minutos. La versión más completa que se conoce es la reconstruida por el historiador Enno Patalas que, con sus 147 minutos de duración, sí puede dar una idea más cercana a lo que aquel grupo de privilegiados espectadores pudieron disfrutar en Berlín el 10 de enero de 1927. Ambientada en el año 2026, Metrópolis muestra una sociedad dividida en dos clases: los obreros, condenados a trabajos forzados y a vivir en condiciones infrahumanas, y los ricos, dueños de los medios de producción y que viven rodeados de lujos. En esta confrontación, el hijo del dueño de la ciudad simpatiza con los obreros y se enamora de su máximo emblema, María, una joven que propaga un mensaje de paz y amor para superar los conflictos. Su padre no puede permitirlo y encarga la fabricación de un robot idéntico a la joven para que la sustituya y propague un mensaje de violencia.

Metrópolis, es una película que revela el profundo conocimiento de Lang en el campo de la arquitectura y su maestría para la construcción de decorados con auténtica entidad dramática. Por el filme desfilan elementos vinculados al futurismo de Umberto Boccioni (el constante movimiento de las máquinas al comienzo del film e, incluso, el diseño del robot andrógino); a la arquitectura de la Bauhaus en todo el diseño de la Metrópolis, que parece escenificar visualmente la fusión entre el arte y la ingeniería preconizada por Walter Gropius; e, incluso, el Art Déco en una gran parte de la decoración de interiores. Pero el logro de Lang está en dar a su historia una personalidad y una consistencia independientes.

La persecución de María en las grutas, con la impresionante utilización de la luz de la linterna como foco de angustia, o el exterior de la casa de Rotwang, su creador, constituyen la despedida del expresionismo alemán y también la despedida del cine mudo. Lang construye un filme laberíntico y complejo, y sorprende su capacidad para darle ritmo mediante un prodigioso trabajo de montaje y control en la duración de los planos. Se trata de una de las grandes obras en la historia del cine, que hoy podemos ver completa.

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