viernes, 10 de octubre de 2008

Tony Manero, el psicópata fetichista


Tony Manero era el protagonista de la película Fiebre de sábado por la noche, que con música de los Bee Gees arrasó en las taquillas de fines de los años 70. Este personaje, interpretado en el filme de John Avildsen por John Travolta, era el empleado anodino de una fábrica que, sin embargo, se transformaba en el rey de las pístas de baile los sábados por la noche, momento en el cual adquiría su verdadera identidad. La fascinación de este personaje logró cautivar a muchos que siguieron su ejemplo y sus movimientos haciendo de la "onda disco" y de las noches de sábado el auténtico sentido de la vida.

Gran parte de esto aparece retratado en la película Tony Manero realizada por Pablo Larraín. Hay que decir, de partida, que Larraín da aquí un salto considerable frente a los ripos de Fuga, su anterior obra, que pecaba de un relato débil y un tratamiento mortífero que diluía los principales objetivos en relación a la creación artística (el protagonista de Fuga es un músico). En esta nueva incursión, Larraín se ve sólido al enfrentar el tema del fetichismo psicópata del personaje, que se enajena en el Tony Manero de Travolta y absorbe y vive cada una de sus acciones.

Por ello Raúl Peralta en verdad no existe. El personaje que construye Alfredo Castro es un psicópata obsesionado con el héroe de las discotecas que en la enferma sociedad chilena de fines de los años 70 es su héroe natural. Peralta/Manero no tendrá límites para alcanzar su objetivo y va al cine una y otra vez a impregnarse de los trazos de su ícono, aprendiendo los diálogos, los movimientos, las acciones. Y empapado asimismo en el contexto demencial de la época (desaparecidos, torturas) nada lo detendrá en aras a alcanzar su objetivo.

Obra fuerte y directa, Tony Manero no da tregua. A la perfecta ambientación de epoca y al recordatorio de programas como El show de la una, este filme tiene momentos perturbadores e inquietantes de gran inspiración, con agudas observaciones sociales que calan hondo en el alma humana.

viernes, 3 de octubre de 2008

Wall Street, de Oliver Stone (1987)


Esta película es una de las muestras más descarnadas de nuestra histora reciente. Si Oliver Stone con Pelotón dio cuenta del genocidio y la masacre vietnamita, con Wall Street muestra el mundo que se cocinaba en el corazón de las Twin Towers y bajo las narices del imperio financiero que veinte años más tarde terminaría por reventar esparciendo sus esquirlas a todo el planeta.

La decadencia del imperio estadounidense no pasa por el desplome de las Twin Towers (en este filme tenemos siete planos memorables de las torres gemelas), ni por la caída del Muro de Berlín... Como muestra Stone, el germen de la putrefacción venía incubándose de mucho antes. La caída del muro y de las Twin Towers solo aceleraron la debacle de la hegemonía estadounidense.

El relato que nos muestra Stone es sangriento, aunque no haya sangre. Los personajes están insatisfechos, enfermos, estressados, con deudas, cuentas pendientes y su única razón de ser es la esperanza de que el próximo negocio arroje suculentas ganancias. Los mueve la ambición y el egoísmo, la busqueda del dinero fácil, vía trampas, desmesura, uso de información privilegiada, chantajes... todo aquello que Mandeville o Smith intentaron demostrar y sobre lo cual construyeron sus dogmas.

Bud Fox, el protagonista, es uno de estos seres. Vive de prestado y su sueño es conocer a Gordon Gekko, suerte de gurú financiero que en pocos años ha amasado una enorme fortuna. La filosofía de Gekko se resume en las enseñanzas de El arte de le guerra de Sun Tsu y la agresividad y prepotencia en los negocios: levanta o envía a la quiebra a empresas por el mero recurso del spread, o diferencial de ganancia. Bud Fox no sabe que será una víctima más de los tentáculos de Gekko y que caer en esas redes puede ser mortal.

El filme posee una dinámica implacable y la música de Stewart Copeland (ex The Police) aporta las pinceladas precisas a ese oscilar entre el delirio y la frustración. Algunas memorables perlas de la banda sonora: Frank Sinatra cantando Flying to The Moon, en los créditos iniciales, y Brian Eno y David Byrne con Americam is Waiting, dos de los temas centrales que dan intensidad a este filme-radiografía sobre la génesis de la codicia, la ambición y la cultura del saqueo moderno. Imperdible.

sábado, 27 de septiembre de 2008

El mundo está loco, loco, loco


Esta película es un clásico de la codicia. No en el tono parco de la que hizo Erich Von Stroheim en 1924, sino en tono de sarcasmo, quizá atisbando a la sociedad estadounidense que comenzaba a caer en el vacío. En este sentido este filme es premonitorio al señalar el germen que se incubaba en esa sociedad. Y ahora, que se están poniendo de moda los términos "codicia", "avaricia", "salvajismo", vale la pena revisar este clásico de Stanley Kramer realizado en 1963.

El filme muestra a un grupo de personajes que en plena carretera tropiezan con uno de esos secretos que cambian la historia. Y para siempre. Un sujeto que ha adelantado a cuatro vehículos a 120 km/h cae a un barranco y antes de dar el último suspiro cuenta a quienes llegan a socorrerlo que hay un tesoro de 350 mil dolares enterrado en un parque. Los buenos samaritanos no saben si creerle o no, pero optan porque sí y parten tras el tesoro.

De nada sirve el intento de negociación que surge al poco andar de la carrera. Los egoísmos individualistas son más fuertes y son los que predominan. Cada personaje querrá ser el primero en llegar al tesoro y no escatimará recursos para ello via engaños, estafas, fraudes, zancadillas al próximo, etc. Sin tregua. El drama moral es que hay también un personaje público -el jefe policial que lleva años tras la huella de esa fortuna robada- interpretado por Spencer Tracy que dará el giro dramático a esta historia pues su personaje está a punto de jubilarse con una pensión miserable.

Esta es una película emblemática que muestra la codicia del animal humano en su forma más pura. Stanley Kramer logra una comedia sorprendentemente ágil, amena, imposible de soltar... es una gran obra fílmica y también una radiografía a la sociedad actual, al egoísmo y la avaricia que tienen al mundo patas arriba.

lunes, 1 de septiembre de 2008

Heredarás el Viento - Stanley Kramer, 1960


Aunque cueste creerlo, en muchos pueblos de EEUU el fundamentalismo religioso se opone a la teoría de la evolución por considerarla falsa y contraria a las enseñanzas de Dios. Y pese a que la teoría de Darwin se apronta a cumplir 150 años, los fundamentalistas continúan negándola y se oponen a su difusión. Por ello no sorprende que esta película, realizada en 1960 por Stanley Kramer, mantenga una insospechada vigencia, más aún cuando el caso real –conocido como el Juicio Scopes o The Monkey Trial- ocurrió en 1925, hace más de 80 años!

El caso Scopes fue famoso porque enfrentó a dos de los más notables abogados de su tiempo en un debate donde creacionismo y evolucionismo se dieron una lucha sin cuartel. Uno de ellos defendía al profesor de una escuela que fue demandado por enseñar las ideas de Darwin sobre la evolución de las especies. El otro, era el acusador que calificaba de herejía la idea de un desarrollo evolutivo para la especie humana. Desde entonces y hasta hoy, muchas corrientes de la moderna biología niegan el paradigma evolucionista y hacen perder terreno a la teoría darwiniana, pues en los EEUU de Bush, aún hay muchos que tienen a la palabra bíblica como su único referente. Y esto hace aún más interesante la película de Kramer.

sábado, 16 de agosto de 2008

Batman, y el lado oscuro del Imperio


Christopher Nolan es uno de los más singulares directores del cine actual. Sus películas apuntan a la psiquis, a las conciencias escindidas y atormentadas, a la locura intrínseca de ese terror contemporáneo que nos invade de pies a cabeza. Además, es un cineasta de una narrativa al límite. Memento, es un relato a la inversa, sobre un personaje sin memoria que se hace tatuajes con sus escasos recuerdos y toma fotos para intentar –cuadro a cuadro- recuperar su pasado y captar el esquivo presente. Insomnia, muestra a un policía que no puede dormir acosado por sus culpas y la misión en Alaska –en el período de las noches claras- le entrega el descanso final de la muerte cuando reconcilia su pasado. El gran truco estaba marcada por la obsesión de un mago por la invisibilidad, siguiendo los extremos y desbordes de Houdini.

En su precuela sobre Batman -Batman inicia- Nolan se alejó de los entramados góticos de Tim Burton para introducir la variante del terrorismo como un comodín en la acción politica. Sus resonancias a Al Qaeda y Bin Laden eran lo suficientemente explícitas para establecer la conexión ideológica post 11-S con el eje del mal, a través de ese ejército de ninjas liderado por Ra’s Al Ghul, que busca borrar del mapa a Ciudad Gótica. También desentrañó los misterios de la alta tecnología que usa el personaje: Bruce Wayne, el hombre tras el disfraz, es un poderoso empresario y una de sus vertientes productivas es la industria militar. De ahí el batimóvil, la baticapa, el sofisticado armamento. En aquella, la ciudad era víctima de la acción terrorista de unos villanos que quieren envenenar el aire y el agua con un poderoso alucinógeno (ántrax?). Las referencias a la paranoia de los terrores contemporáneos es contundente.

El caballero de la noche sigue ese trato ahora en dosis mayores, plagada de un diálogo donde lo político, la hipocresía, la burda intención, resuenan en diálogos y acciones calcados de los líderes de la potencias mundiales. De ahí que sea una película altamente política, oscura, nada complaciente, donde el villano más siniestro –el Joker, interpretado por Heath Ledger en la mejor actuación de su corta carrera- representa la locura e insanía de un mundo que se ha tornado cada vez más despiadado en virtud de las trampas ideológicas a las que no está ausente el mismísimo Wayne con su industria militar, los tratos con la mafia internacional y los fraudes financieros.

Es aquí donde la acción del Joker se apodera del eje narrativo tal como el personaje que interpretó Jack Nicholson en el primer Batman de Tim Burton encausaba la acción. Este Joker es la autoconciencia del sistema: quema una montaña de dólares simplemente para provocar más terror. Es la encarnación del virus mortal de la sociedad norteamericana: aquel que ha hecho vaciar ametralladoras contra los propios compañeros de colegio; aquel que asesina a los pasajeros en el Metro o en un Mall. Frente a este Joker, la estructura pragmática de Batman nada puede hacer. Y es sorprendente el momento en que Batman debe salir huyendo de Ciudad Gótica para que no lo capturen a él como el principal asesino. Con una mirada crítica y lúcida sobre la sociedad actual, Christopher Nolan se despacha el mejor de los Batman.

martes, 29 de julio de 2008

A 25 años de la muerte de Luis Buñuel

Afiche de Un perro andaluz

La escena se ha repetido miles de veces. Y pone la piel de gallina: En primer plano, un joven fuma serenamente un cigarrillo mientras saca filo a una navaja con una correa. Observa el cielo nocturno. Una nube corta la luna. El joven separa con los dedos los párpados de una mujer que mira la cámara y que sabe que la miramos, acerca la navaja al ojo abierto y lo rasga de un solo tajo. El joven es Luis Buñuel, y la escena de Un perro andaluz (1928) sigue estremeciendo. Desde su primera película -realizada junto a Salvador Dalí-, Buñuel concibió la pantalla de cine como un ojo dormido que debe ser despertado por un cámara que haga las veces de navaja, clavo, alfiler. "Si se le permitiera, el cine sería el ojo de la libertad -señaló una vez-. Por ahora podemos dormir tranquilos dado el conformismo del público y los intereses comerciales. Pero el día en que el ojo del cine vea y nos permita ver, el mundo estallara en llamas"

Luis Buñuel, pilar de la cinematografía mundial, cumple hoy 25 años de fallecido. En España será recordado con una exposición de mil fotografías de sus películas. En otros lugares se exhibirá La edad de Oro o El fantasma de la libertad; El discreto encanto de la burguesía o Los olvidados, una película declarada patrimonio cultural de la humanidad.

Nacido el 22 de febrero de 1900 en Calanda, Teruel, estudió y vivió en Zaragoza y hasta fue campeón amateur de boxeo con el sobrenombre de El León de Calanda. Junto a Dalí crearon ese movimiento llamado surrealismo que dió vida a Un perro andaluz y La edad de oro. Fue amigo de Federico Garcia Lorca, Rafael Alberti, Juan Ramón Jimenez. La dictadura de Franco lo obligó a huir de España y llegar a Hollywood. Pero se radicó definitivamente en México en 1946. Hasta su muerte, el 29 de julio de 1983.

A sus 80 años, Un perro andaluz está considera una de las grandes obras de la historia del cine, aunque en su tiempo fue criticada, censurada y prohibida por la iglesia. “No quiero que mi película alegre a los espectadores, sino que los ofenda”, afirmaba sobre la intención de la cinta. Sin embargo, lo que en aquel momento conmocionó a la audiencia luego sería modelo de muchos directores incluyendo a maestros como Hitchcock, Bergman, Polansky.

sábado, 28 de junio de 2008

Luz de Invierno


José Luis Arredondo

Dentro de la vasta producción Bergmaniana, esta cinta asoma como uno de los más lúcidos estudios sobre la soledad y la duda que nos haya legado el genio sueco. La soledad en la que indefectiblemente nos encontramos a pesar de estar rodeados de semejantes y la duda de saber con certeza, y más allá de toda incertidumbre, que efectivamente hay un ser superior que nos ha creado y vela por nosotros como un padre.

Los protagonistas se debaten en la incertidumbre más absoluta, el pastor Tomás frente a su perdida fe y sentido religioso en donde la misa ha pasado a ser un rito vacío y mecánico ante una duda que es dolorosa certeza, la inexistencia de Dios como un ser metafísico pero posible.

Jonás frente al incierto y frágil destino de la humanidad después de haber leído que China se prepara para ser potencia atómica (recordemos que esta cinta es de 1963).
Y completando el trío, Marta, frente a un obsesivo y no correspondido amor por Tomás, una maestra rural que se ha entregado por completo al pastor y de quien no recibe más que migajas de cariño.

Hasta el ayudante-sacristán de Tomás, un ser discapacitado que carga su cruz de dolor físico y existencial al sentirse partícipe del dolor de Cristo en la cruz y a quién debemos un dialogo crucial cuando le dice al pastor que la biblia da demasiada importancia al dolor físico de Jesús torturado, cuando para cristo el dolor más intenso fue haberse dado cuenta que predicó en el desierto ya que ninguno de sus discípulos supo entender en profundidad su mensaje y legado, desde judas que traiciona hasta Pedro que niega para finalmente dirigirse a su padre a quien angustiado y moribundo desde la cruz le dice "Porqué me has abandonado".
Aquí esta, a mi parecer, el qué del filme, los personajes son metáfora del dolor y abandono de cristo en el calvario, seres abandonados a su suerte, corroídos por el abandono y el amor no correspondido, cargando cada cual su cruz de angustia e incertidumbre.

Toda la filmografía, o gran parte de ella, de Bergman esta cruzada por caracteres de este tipo, seres arrojados al vacío existencial y torturados por sus dudas, soledad, aislamiento interior y falta de sentido, pero en esta cinta es donde más patente se hacen estos tópicos.

Un filme de cámara, deudor de la formación teatral de Bergman, en donde se privilegian largos planos-secuencia y primeros planos de rostros angustiados.
A la gran obra de T. Dreyer "El proceso de Juana de Arco" se le llama una sinfonía de rostros, bien vale esto para el filme aquí comentado, titulo imprescindible, junto a Gritos y Susurros y El séptimo sello entre otras, para adentrarse en la obra del último genio que nos dio el séptimo arte.

Enlace a Blog de José Luis Arredondo

jueves, 26 de junio de 2008

La pesadilla kafkiana de El Maquinista



Esta película protagonizada por Christian Bale compartió los premios con Old Boy en el festival de cine fantático de Sitges del año 2004. No obstante, y muestra de que han cambiado los tiempos, es el cine "fantástico" el que más nos acerca a la realidad, a la cosa misma de la vida y ello hace que estemos ante una película plenamente cercana a nuestra conciencia. Porque si Old boy es un muestrario de pasiones y celos enclaustrados, con la venganza como eje inquietante, aquí es la conciencia, los remordimientos, la culpa, los que los que dominan la mente de Trevor Reznick.

lunes, 9 de junio de 2008

La Noche Americana - Francois Truffaut, 1973

La noche americana es una película obligada para todo cinéfilo o cineasta. Realizada en 1973 por Francois Truffaut, cada plano del filme emana una pasión madura y sincera sobre el mundo del cine y la gente dentro del mundo del cine. Es un homenaje al cine y Truffaut se luce de manera excepcional al mostrar todos los detalles y contratiempos que surgen a la hora de realizar una película.

Francois Truffaut, autor de dos de los más importantes libros de cine: El cine según Hitchcock y Las películas de mi vida, fue uno de los creadores de la Nouvelle vague y emblemático crítico de cine en la revista Cahiers du cinema, junto a Godard y Chabrol. Este movimiento mostró que el cine podía salir de los estudios y filmarse "cámara al hombro".
El creador de Los 400 golpes o Jules et Jim, muestra en La noche americana la problemática diaria de un equipo de trabajo para mostrar un retrato mágico sobre el proceso del cine. De este modo el simple argumento del devenir diario de un rodaje se convierte en un desfile de situaciones y personajes que ofrecen al espectador una idea mágica del proceso creativo.



La filmación de la pelíula Les presento a Pamela permite a Truffaut la mirada interior de una película sobre una película. Y en esta mirada Truffaut rescata el entorno y los personajes provocando con ello la total complicidad del espectador. Detalles que pueden ser mucho más duros y crueles, Truffaut los mira bajo un prisma de calidez lo que da aún más emoción a esta radigrafía del cine.

Protagonizada por una espléndida Jacquelinne Bisset, La noche americana recibió el Oscar a la mejor película extranjera en 1974. Pero este filme no tiene fronteras, ni nacionalidades pues pertenece a todo el mundo del cine.

sábado, 7 de junio de 2008

Metrópolis - Fritz Lang, 1926

Metrópolis constituye uno de los casos más complejos y apasionantes de la Historia del Cine. Pocas películas fueron tan masacradas, mutiladas e intervenidas como ésta y, a la par, de pocas se puede tener una visión tan completa de lo que el film podría haber alcanzado de no caer en malas manos. La Metrópolis original sólo pudo verse en Alemania entre enero y mayo de 1927. Para su estreno en Estados Unidos reducía sus 170 minutos originales a 120, y versiones posteriores amputaron elementos y transformaron diversos componentes argumentales sin la más mínima consideración a la estructura de la obra original.

Varias adaptaciones han reducido la duración del film a 94 minutos. La versión más completa que se conoce es la reconstruida por el historiador Enno Patalas que, con sus 147 minutos de duración, sí puede dar una idea más cercana a lo que aquel grupo de privilegiados espectadores pudieron disfrutar en Berlín el 10 de enero de 1927. Ambientada en el año 2026, Metrópolis muestra una sociedad dividida en dos clases: los obreros, condenados a trabajos forzados y a vivir en condiciones infrahumanas, y los ricos, dueños de los medios de producción y que viven rodeados de lujos. En esta confrontación, el hijo del dueño de la ciudad simpatiza con los obreros y se enamora de su máximo emblema, María, una joven que propaga un mensaje de paz y amor para superar los conflictos. Su padre no puede permitirlo y encarga la fabricación de un robot idéntico a la joven para que la sustituya y propague un mensaje de violencia.

Metrópolis, es una película que revela el profundo conocimiento de Lang en el campo de la arquitectura y su maestría para la construcción de decorados con auténtica entidad dramática. Por el filme desfilan elementos vinculados al futurismo de Umberto Boccioni (el constante movimiento de las máquinas al comienzo del film e, incluso, el diseño del robot andrógino); a la arquitectura de la Bauhaus en todo el diseño de la Metrópolis, que parece escenificar visualmente la fusión entre el arte y la ingeniería preconizada por Walter Gropius; e, incluso, el Art Déco en una gran parte de la decoración de interiores. Pero el logro de Lang está en dar a su historia una personalidad y una consistencia independientes.

La persecución de María en las grutas, con la impresionante utilización de la luz de la linterna como foco de angustia, o el exterior de la casa de Rotwang, su creador, constituyen la despedida del expresionismo alemán y también la despedida del cine mudo. Lang construye un filme laberíntico y complejo, y sorprende su capacidad para darle ritmo mediante un prodigioso trabajo de montaje y control en la duración de los planos. Se trata de una de las grandes obras en la historia del cine, que hoy podemos ver completa.

jueves, 5 de junio de 2008

Cuando el destino nos alcance, Soylent Green, 1973


Realizada en 1973 por Richard Fleischer, esta película es una de las grandes obras de anticipación de la historia del cine y cada vez cobra mayor vigencia dados los resultados reales a que está llevando al mundo el capitalismo salvaje y depredador.
Ambientada en el año 2022 en la ciudad de Nueva York, el filme muestra a una minoría que se alimenta y vive comodamente, y a una mayoría que malvive hacinada en calles y edificios donde el agua se transporta en garrafas y su único alimento son unas pastillas químicas llamadas Soylent Red y Soylent Yellow.
La película toma un horizonte de 50 años para describir un mundo donde los alimentos reales están a un precio exhorbítate y la única alternativa es consumir los pellet de la empresa Soylent.

Basada en la novela de ciencia ficción de Harry Harrison ¡Hagan sitio! ¡Hagan sitio! (Make Room! Make Room!, 1966), la película muestra un mundo hipercontaminado y agotado de recursos donde la población no tiene acceso a ningún otro tipo de alimentación o cultura y sólo un puñado de privilegiados puede adquirir alguna verdura o un trozo de carne.
La trama gira en torno a un policía (Charlton Heston) y su anciano amigo (Edgard G. Robinson), quien le habla del mundo cuando éste aún era un lugar vivible. El policía sigue el caso del asesinato de uno de los accionistas de Soylent, previo al lanzamiento del último producto de la empresa, el Soylent Green, que aseguran producir con el plancton de los océanos.
La trama adquiere aspectos macabros cuando el policía –con la asertiva ayuda de su amigo- va descubriendo la verdadera materia prima del nuevo producto lanzado para evitar la hambruna global. Uno de los momentos más emotivos del filme es cuando el policía, para una cena especial, regala a su amigo una zanahoria.
Richard Fleischer construye una película impecable que muestra a Charlton Heston en el mejor punto de su carrera. Las imágenes de su personaje esquivando a las decenas de personas que duermen en la escalera del edificio; la gente viviendo en los autos o tirada en las calles; las iglesias abarrotadas; o su cara de asombro cuando prueba un jabón o huele una fruta son realmente notables.
La atmósfera opresiva y el ambiente apocalíptico de la historia es otro de los méritos de la película, más aún cuando el policía descubre la verdad sobre Soylent (palabra compuesta tomada de Soja y Lentejas) y en que supuestamente basan la materia prima de los productos.


El anciano decide su propia eutanasia en un sitio llamado El Hogar, un lugar que recrea como era el mundo en su juventud, y que, por cierto, lo hace morir en la paz de sus mejores recuerdos. Este es un auténtico clásico del cine, y como va caminando la historia, se acerca de lleno a su tema central.

martes, 3 de junio de 2008

Alain Resnais, El año pasado en Marienbad


EL AÑO PASADO EN MARIENBAD

Entrevista con Alain Robbe-Grillet


-La historia de Marienbad es muy interesante. Por empezar, cuando la terminamos, el productor decidió que no iba a estrenarse nunca, que uno no debía burlarse de la gente hasta ese punto. Durante los seis meses que el film permaneció inédito realmente pensamos que no se iba a estrenar jamás, así que comenzamos a hacer exhibiciones privadas: la primera para Antonioni, la segunda para Sartre (que prometió que nos iba a ayudar y no hizo nada) y la tercera para André Breton. Después se estrenó porque se dio con éxito en Venecia. Lo paradójico es que a Venecia no había ido por razones artísticas sino porque los italianos querían hacer quedar mal a los franceses a causa de la guerra de Argelia.
Después de Venecia, el film que se había presentado como un film maldito se transformó en un objeto de moda, que es exactamente lo contrario: como era moda, había que verlo.
-¿La idea fue suya o de Resnais?
-De ninguno de los dos. El productor tenía un contrato con Resnais, Hiroshima mon amour había sido un gran éxito y él quería hacer ahora una película sobre la guerra de Argelia. Pero dudaba entre dos guionistas: Simone de Beauvoir y Francoise Sagan; Resnais quería trabajar con una mujer. Entonces el productor me preguntó si yo no quería escribir una sinopsis para un film de Resnais. Dije que sí, escribí tres argumentos en una noche y se los llevé a Resnais, a quien no conocía. Leyó los tres y dijo: "Puedo filmarlos todos", pero eligió el que mejor convenía a Delphine Seyrig, que era la mujer de su vida en ese entonces. Y aceptó que yo escribiera directamente la película. No sólo un argumento, sino directamente el guión técnico, plano por plano, con los movimientos de cámara y todo.
-Hay quienes han visto en el film una influencia no declarada de La invención de Morel, de Bioy Casares.
-Es curioso: esa opinión fue formulada por primera vez por Jacques Rivette, que después hizo Céline et Julie vont en bateau (1974), un film fuertemente influenciado por La invención de Morel. Es cierto que yo la había leído, y también que fui uno de los primeros que habló de ella en Francia, en un artículo para Critique, antes de Marienbad. La conocía, pero la releí después y no vi ninguna relación. Sigo sin verla. Lo que me gustó de la novela era un tipo de comportamiento de los personajes que ya estaba en obras anteriores, y sí es muy curioso que en el momento en que el personaje de la primera historia reaparece por primera vez, Bioy Casares hable de "gente que baila, que pasea y que se baña en la pileta, como veraneantes instalados de hace tiempo en Los Teques o en Marienbad".
-El tono particular, monocorde, con que se dicen los textos, ¿cómo surgió?
-Antes del rodaje Resnais grabó todos los textos y los diálogos de todos los personajes con mi propia voz, como ya lo había hecho en Hiroshima mon amour con la voz de Marguerite Duras. Es por eso que todos los amigos de Marguerite Duras que no conocían a la actriz Emmanuelle Riva decían que esa era la voz de Marguerite. Porque él dirigía haciendo escuchar la voz de Marguerite. Para Marienbad hizo lo mismo pero sólo con los hombres, es decir, Giorgio Albertazzi y Sacha Pitoeff. Ellos reproducen exactamente mi entonación. Seyrig no tuvo derecho a mi voz. Resnais se interesó por su personaje y en realidad fue en gran parte creado por él. En mi versión la mujer era una especie de estatua más carnal y más opaca.
Resnais seguía penando en un film sobre la memoria, lo que es absurdo, porque el narrador jamás encuentra a la mujer. ¿Por qué se dice "Yo te encontré el año pasado en Marienbad"? No hubo año pasado, no hubo Marienbad. Ella dice que nunca estuvo en Marienbad y él replica que eso no es lo importante. El espectador debería sentirlo, porque al comienzo una cámara, que es un poco una subjetiva de los ojos de alguien, vaga por el hotel y se detiene de repente en una joven. El hombre entonces inventa una historia completamente clásica: un hombre conoce a una mujer pero se desencuentran. Eso es todo.
Para el rodaje yo había imaginado diferentes posibilidades, inclusive utilizar la verdadera Marienbad. Pero Resnais buscó y encontró ese hermosísimo castillo del siglo dieciocho en Baviera. Es uno de cinco castillos que construyó un arquitecto francés. Los exteriores se hicieron en un castillo y los interiores se hicieron combinando otros. Una vez que el guión estuvo escrito, fue modificado en función de las locaciones. Resnais las verificó y me dijo que, por ejemplo, una de las frases iniciales era demasiado larga y uniforme para los pasillos que había disponibles para hacer su travelling. "Eso no es problema, la cambio", le dije. "Decime cómo es el travelling y yo te escribo una frase con curvas". "No", respondió. "Quiero que la frase quede como está". Así que envió al director de arte al castillo e hizo reconstruir en estudios un pasillo similar que tuviera el largo de la frase. Luego vino el fotógrafo, Sacha Vierny, vio el decorado y dijo que faltaba el techo. "Si no tiene techo, no funcionará". Así que hicieron un techo, pero cuando empezó a filmar resultó que el techo le molestaba así que lo hizo sacar.
-Su guión fue escrupulosamente respetado.
-Sí, claro. Podría decir que lo psicologizó un poco, pero en general respetó todo de un modo notable. Es un film muy raro, porque verdaderamente tiene dos autores. Resnais quería hacer un film sobre la memoria y yo quería hacer un film sobre la persuasión. La idea de la memoria es una cuestión totalmente imaginaria: todo sucede en el presente, ahora, aquí. Y en cuanto a la persuasión, a veces me preguntan si Marienbad es acerca de un hombre que quiere persuadir a una mujer para que lo siga. Yo respondo que no, que es acerca de un escritor que quiere persuadir a un director para hacer un film de vanguardia.

Entrevista por Fernando Martín Peña.

viernes, 23 de mayo de 2008

Alphaville, Jean Luc Godard 1965

Esta película realizada en 1965 es un clásico del cine fantástico por el argumento, la atmósfera y el estilo envolvente que le imprime uno de los más brillantes creadores de la Nouvelle Vague, Jean-Luc Godard.
Pionera de Blade Runner por su combinación de cine negro y ciencia ficción, Alphaville narra la historia del agente Lemmy Caution en un mundo donde impera el cálculo lógico y las acciones y reacciones son una mera respuesta matemática; y donde el arte, la poesía, la emoción y los sentimientos han sido aplacados como si se tratara de una peste destructora.
Un Godard brillante. Un lujo cinematográfico y unas actuaciones perfectas de Anna Karina y Eddie Constantine.





Copiando a Beethoven

Ed Harris y Diane Kruger, maestro y copista
en la emotiva pelicula de Agnieszka Holland


La actuación de Ed Harris como el afamado compositor alemán es una de las grandes sorpresas de esta película de Agnieszka Holland. Practicamente irreconocible, Ed Harris construye uno de sus roles más memorables y la película, si bien toca una anécdota plenamente ficticia (la ayuda e iluminación de una "copista" para la elaboración de la célebre Novena Sinfonía) tiene momentos inolvidables como la secuencia del estreno de la magna obra ocurrida en 1824.





Aunque el filme se toma algunas licencias históricas con objetivos de atracción dramática, como por ejemplo introducir a una mujer como copista, cuando en realidad ese trabajo lo hicieron dos hombres y ninguno de ellos contribuyó ni alteró la partitura original, Holland construye una de las mejores obras sobre uno de los grandes de la música.

Parte de la película se centra en la insistencia de Beethoven en dirigir su Novena Sinfonía en el estreno y se muestra a Beethoven dirigiéndola. Aunque esto es controvertido debido a su sordera, parece que Beethoven estuvo presente en el podio del director, pero no dirigiendo personalmente. Varios detalles del estreno están representados tal y como ocurrieron en la realidad, como el hecho de que le giraron hacia la audiencia para que viera el aplauso. Pero la última aparición pública de Beethoven como ejecutante fue en 1811 (Concierto para piano número 5 "Emperador").

jueves, 22 de mayo de 2008

Diva, una película barroca con una gran banda sonora

Diva marcó el debut en el cine del realizador francés Jean Jacques Beineix en 1981 y se convirtió en una película de culto cuya fama fue creciendo a medida que recibía premios en festivales e iba siendo aceptada por la crítica. Visualmente tiene momentos memorables. Y la envolvente selección musical aporta los elementos que le dan una magnífica y deslumbrante belleza.

La trama gira en torno a la confusión que se produce cuando por error cambian de manos dos grabaciones de audio. La grabación pirata, clandestina e inocente que hace un joven cartero de un concierto de ópera (por una cantante que se niega a dejar registrada su voz y sólo gusta de los recitales en vivo); y la grabación que envuelve a un poderoso político en los avatares de la mafia. La trama recuerda el caso Watergate y también La Conversación de Coppola, tomando elementos de gran suspenso y persecuciones en el Metro parisino al estilo de Contacto en Francia.


Beineix consigue momntos de gran belleza visual y un recorrido por Paris junto a la música de Eric Satie en la cual el joven cartero declara su amor a la cantante lírica interpretada por Wilhelmenia Wiggins Fernandez.


Las búsquedas paralelas de ambas cintas de audio permiten desplegar certeros artilugios narrativos con una persecución que no da tregua, pues a la policial se agrega la de una empresa discográfica asiática que busca tener la grabación de la cantante.



Esta película dio inicio a una renovación generacional en el cine francés de los años 80, donde sus principales cultores junto a Beinex fueron Luc Besson y Leos Carax. Además, Beinex dio inicio al cine negro con luces de neón, que después seguiría Ridley Scott con Blade Runner.
Diva es una película cautivadora, una de las obras mágicas de principios de los 80 que se recuerdan con placer por su barroquismo y delicioso cuidado estético.

domingo, 18 de mayo de 2008

El "Juego de Poder" de Charlie Wilson


Mike Nichols (Lobo, El Graduado, Secretaria Ejecutiva, Closer) regresa al mundillo de la política para rescatar la figura de Charles Wilson, un congresista estadounidense del partido demócrata, más famoso por su escandalosa y desenfrenada vida que por sus iniciativas públicas. Sin embargo, su personalidad de buen vividor oculta una astuta mente política, un poderoso sentido del patriotismo y una abnegada defensa de los más débiles. Wilson tuvo un papel destacado en el apoyo encubierto de Estados Unidos a los muyahidines de Afganistán, cuando el país fue invadido en 1980 por tropas de la URSS, en plena Guerra Fría.

El film presenta a Wilson (Tom Hanks) como un aficionado al alcohol, las drogas y las amantes. Una de ellas, la millonaria Joanne Herring (Julia Roberts), supuestamente una fervorosa cristiana, a pesar de que no vive la religión de forma coherente ni mucho menos, convence a Wilson de la necesidad de ayudar a los muyahidines, para evitarles ser pisoteados por la URSS. En su tarea de conseguir el financiamiento para el material que requieren los afganos, Wilson encontrará un valioso aliado, Gust Avrakotos (Philip Seymour Hoffman), un poco ortodoxo agente de la CIA resentido con sus superiores.

Nichols usa un tono sarcástico para presentar esta historia que terminó dando una vuelta de campana a la historia del mundo. Estos hechos reales son contados por el punzante director de Closer como si fuera una comedia. Y no es para menos. La ayuda subterránea que se entregó a Afganistán (entiéndase: a Osama Bin Laden) ayudó a socavar las bases económicas y militares de la Unión Soviética que al cabo de casi una década culminaron con la caída del Muro de Berlín y el declive de todo el bloque soviético. Y cuando el mundo quedó en manos de "los buenos" y Charlie Wilson quiso ir ahí a construir escuelas, los genios de la CIA y el Pentágono le respondieron "¿a quien le interesan las escuelas?"
Con su agudeza acostumbrada, Nichols abre una página importante en los resortes que mueven la política internacional del país del norte, en un relato ácido, pleno de ironía, que no oculta la mirada al mundo actual y donde los ejes del poder han experimentado insólitos vuelcos.

jueves, 15 de mayo de 2008

Vértigo, la obra maestra de Hitchcock cumple medio siglo




La muerte y el deseo como nunca antes fueron filmados han cumplido medio siglo. Vértigo, considerada una de las obras maestras del cine está de aniversario. Su estreno mundial tuvo lugar en 1958 en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián y consiguió dos nominaciones en los Oscar, gracias a una temática que combina el suspenso con una tortuosa historia de amor.
Si bien en un principio no tuvo una gran respuesta del público, su despegue definitivo se produjo en los años 60 con los cineastas de la Nouvelle Vague, y con el magnífico libro que Truffaut dedidó al maestro y genio del suspenso.
Vértigo es una película de suspenso, pero también una compleja historia de amor donde la culpa y la muerte cobran sentido. Es un muestrario de los peores monstruos que el amor es capaz de crear y, sobretodo, una iconografía del psicoanálisis.
Protagonizada por James Stewart y Kim Novak, Vértigo es un paseo por el amor y la muerte. Desde su singular código de colores -verde para el recuerdo como fuente originaria del amor, rojo para la pasión y el deseo-, hasta su simbología -la torre Coit de San Francisco como símbolo fálico por excelencia, la secuencia de los sueños, la acrofobia que sufre el protagonista, Vértigo es un alucinante paseo por el amor y la muerte y, de nuevo, el amor y la muerte. O bien una canción de amor a una mujer doblemente imposible: por muerta y por ficticia.
Vértigo es la expresión máxima del cine como creación de una realidad total, envolvente y fascinante; llena de significados. Valga como ejemplo la primera vez que el detective John 'Scottie' Ferguson -Stewart- contempla a la misteriosa Madeleine -que luego será Judy y que fue representado por Kim Novak- lo hace en un restaurante con paredes rojas que en Vista Visión, el estridente sistema en el que fuera filmada la película, configura una tramoya alucinante en la que ella se pasea, éterea y vestida de verde: es que todo tiene una doble lectura en la película más personal, posiblemente, de Hitchcock.

El 'mago del suspense', tras comprar los derechos de la novela francesa de Boileau y Narcejac, se empeñó obsesivamente en adaptarla a su propio imaginario. Tanto que llegó a controlar hasta la posición en la que se disponía el objeto más nímio en cada una de las escenas. Posiblemente por eso, la gran secuencia de la historia del cine, junto con el tremendo plano secuencia de Sed de Mal, o a la grúa que se alza sobre muertos y heridos en la estación de Atlanta de Lo Que el Viento se Llevó, sea ese larguísimo beso sobre un fondo verde que se dan James Stewart y Kim Novak tras haber acabado de transformar el uno a la otra en la reencarnación de aquella mujer que tanto amó y después perdió.
Ese travelling circular resume la maravilla que es Vértigo: el morbo necrofílico del detective que besa a su amada, muerta y reencarnada en una dependienta, a la que ha arreglado como si fuera aquella dama de la alta sociedad de San Francisco que se suicidara a mitad de metraje.
Con la notable música de Bernard Herrman y los efectos de Saul Bass, la muerte y el deseo como nunca antes fueron filmados, cumplen cincuenta años. Y darán para 50 ó 500 más. Disfrútenlo:

sábado, 3 de mayo de 2008

"Expiación" y las complejidades de la conciencia


El tema de la culpa es el que ronda en esta segunda película de Joe Wright (Orgullo y Prejuicio), basada en la novela de Ian McEwan publicada el año 2001 y convertida en un fenómeno editorial. Obra difícil y compleja, de densidad psicológica y mental pues aborda un tema de la conciencia y ofrece numerosas opciones de lectura, Expiación no oculta su semejanza con Otra vuelta de tuerca, de Henry James, y el filme tiene el gran mérito de captar la esencia de la obra literaria, desdeñando sabiamente las profundidades narrativas que escapan a su eje central.

Es en ese tema de la culpa de la mirada subjetiva donde centra con acierto Joe Wright el trasfondo de la obra de McEwan (1948), sin duda el más importante novelista inglés de los últimos años. Como siempre en la obra de este autor, hay un minuto, un incidente crucial que cambiará para siempre la vida de varios personajes. Esta vez es la imaginación de una adolescente de 13 años, que puja por abrirse paso como escritora, la que desencadena una calumnia criminal. A partir de ese momento de quiebre, nada será igual.

La acción se inicia un día de 1935, en el que acontecen una serie de sucesos donde se pone a prueba la relatividad de lo verdadero. La mirada de la adolescente y la del espectador se confrontan con una ferviente sutileza expresiva. Tras el intenso relato de este día, la acción pasa a acciones en la segunda Guerra Mundial, para culminar en los tiempos actuales.

Sin hacer alardes (quizá sólo el largo plano secuencia en la playa, con la recreación al desembarco de Dunkerke, y una duración de 5 minutos), Wright consigue un filme potente y sutil en el tratamiento de un tema donde alguien se erige como juez y verdugo. Vanessa Redgrave (impecable!) interpreta a la escritora en la última parte del relato donde descorre el telón final y plantea una reflexión sobre los juicios: la del hecho real, concreto, que podemos practicar a diario; y la del escritor que se piensa a sí mismo como un dios menor e inseguro frente a sus indefensos personajes. Este epílogo rearticula toda la historia y la emplaza en un metarrelato donde más allá de los hechos interesan las consecuencias y reflexiones en torno a ellos.

El guión de Expiación fue realizado por Christopher Hampton, quien hace veinte años abordó una tarea similar con las Relaciones Peligrosas de Choderlos de Laclos que llevó a la pantalla Stephen Frears. James McAvoy fue el médico que ayudaba a Idi Amin en El último rey de Escocia, y Keyra Knightley y Saoirse Ronan completan esta trilogía sobre la culpa y su necesaria expiación.

miércoles, 30 de abril de 2008

Stanley Kubrick a 40 años de 2001


Hace 40 años, Stanley Kubrick irrumpió con esta obra maestra del cine que es 2001 Odisea del Espacio, película que no sólo se mantiene como uno de los puntos de referencia del cine de anticipación, sino que se adelantó en varios años a la exploración del espacio, despertando la imaginación y haciendo un anuncio realista del futuro. Cuando el filme se estrenó el hombre aún no llegaba a la Luna y trabajar y vivir en el espacio a tiempo completo era cosa de ciencia ficción.

Kubrick creó una obra de gran impacto visual y acústico que puso varas muy altas al cine de ciencia ficción. Entre sus memorables proezas está la mayor elipsis narrativa, cuando el primate emplea un hueso como arma de destrucción y lo lanza al espacio. Al caer, lo hace convertido en una formidable nave espacial que cruza el firmamento al ritmo del Danubio Azul de Johann Strauss. En segundos, Kubrick dio un salto en el tiempo de más de diez mil años.


Una de las visiones notables del filme es la enorme estación espacial que gira en órbita sobre la Tierra. Si bien su apariencia de rueda doble unida por un eje central contrasta con las actuales estaciones provistas de paneles solares en forma de mariposa, ya incorporaba la idea de estaciones tripuladas e internacionales.


La paredes provistas con monitores de pantalla plana, era algo que ni siquiera pensaba la industria de televisores en 1968, cuando este medio recién estaba abriéndose paso a nivel mundial, y en un incipiente blanco y negro.


En una de las escenas el protagonista hace ejercicio físico, trotando en la inmensidad del espacio. Hoy todos los astronautas practican deporte, y no falta aquel que ha corrido la maratón, a mas de 500 kilómetros de la tierra.

sábado, 19 de abril de 2008

David Cronenberg: "Promesas del Este"


Una película sobre la mafia rusa en un Londres asfixiante, irreconocible; un par de secuencias de crueldad pocas veces vista y magistralmente filmadas, inolvidables; una historia de matones, traiciones y venganzas. Pero, al igual que en su tocayo David Lynch, en toda obra de David Cronenberg, hay mucho más que eso.

Promesas del Este (Eastern Promises) es una película que se inscribe en la huella de la sangre, el tema medular de toda la filmografía de Cronenberg: la sangre, el adn, la transmisión, el contagio. Sin duda en el inconciente colectivo de los canadienses está el peligro de contaminarse, contagiarse con la ideología yanqui, y de ello hay que huir. En todas las obras de Cronenberg hay un contagio: La mosca es el resultado del adn humano fusionado con el de una drosophilla meganogaster; la transmisión de unos fármacos desde la madre al feto da origen a los Scanners; así como el contagio subliminal de tanta tontera televisiva a Videodrome.

El contagio, la fusión con “lo otro”, la mutación, el cruce, la intersección, la patología sicológica transmitida en y por la sangre constituye el entramado conceptual de uno de los grandes del cine moderno. Con Cronenberg hay que hilar muy fino pues su cine, rico en estética y la siempre delicada banda sonora de Howard Shore, es una propuesta a descifrar el enigma que encierran la metamorfosis del ser, las malformaciones de lo humano; las heridas, cicatrices o tatuajes que dan la seña, el trazado múltiple de la materia humana como historia.

Promesas del Este nos muestra uno de estos cruces entre el mundo real-legal-formal-establecido, y ese otro mundo de los real-turbio-ilegal-clandestino.

Una joven rusa muere antes de dar a luz a su hijo. La enfermera del parto, se queda con su diario de vida, y a través de él comienza a seguir el rastro de la joven con la ilusión de hallar al padre de la guagua recién nacida. Esta búsqueda la lleva a descubrir no sólo la identidad del padre verdadero, sino también toda una trama de la peligrosa mafia rusa en Londres. Londres, más irreconocible que nunca, asfixiante, turbia, enrarecida, es el escenario donde se muestran las modernas miserias, la actuales lacras de la depredación donde una organización criminal controla la vida y muerte de inocentes. Vida y muerte. Así comienza el filme: un asesinato y un nacimiento.

Siguiendo la linea de su anterior obra, Una historia violenta, también con Viggo Mortensen en el rol protagónico, Promesas del Este es una mirada sobre el alma humana. Mortensen que interpreta aquí a Nikolai, el chofer de la cofradía, es el filtro, el papel secante, la linea divisoria. “Necesito saber quien eres”, pregunta la enfermera (Naomi Watts) a Nikolai “Sólo soy el chofer. Yo manejo, y doblo a la derecha o a la izquierda”. Singular metáfora de un thriller apasionante, sangre y degollados al estilo único de Cronenberg.



martes, 15 de abril de 2008

ANTES QUE EL DIABLO SEPA QUE ESTÁS MUERTO


Parafraseando un viejo proverbio irlandés (Quédate en el cielo media hora, antes que el diablo sepa que estás muerto), esta es una película que toca la fibra íntima de la sociedad estadounidense actual. Y tenía que ser Sidney Lumet, el octogenario maestro, quien pusiera las cosas en su sitio y narrara descarnada y crudamente la realidad económica, social y moral que hoy vive ese país.

A los 84 años el realizador de Doce hombres en Pugna (1957), Sérpico, Poder que mata, Tarde de Perros, Veredicto y otras tantas obras de notable perfil y dinamismo, se manda una clase de colosal investidura al mostrar el derrumbe del paraíso casi en los mismos términos bíblicos de Caín y Abel, con la envidia, el odio, la incomunicación y la traición como ejes articuladores de una trama vibrante y desgarradora.

Andy (Philip Seymour Hoffman) es un ejecutivo de una inmobiliaria que está agobiado por las deudas, sus adicciones y sus pecados. Su hermano menor, Hank (Ethan Hawke) tiene una situación aún más precaria que ni siquiera le alcanza para la pensión alimenticia de su esposa e hija. Queda muy clara la humillación que le propina su pequeña hija cuando no puede pagar un paseo de estudios. Si la precaria situación financiera de Hank lo comprime en un entorno de inseguridades y miedos al cual busca una salida; la situación de su hermano es aún más patética aunque en apariencias es lo opuesto: seguro ante sí y los otros, confiado, extrovertido, apabullante, porque Andy lleva la miseria por dentro: se ha hecho dependiente de la droga de alto costo, gusta del alto estándar y no tiene miramientos con el prójimo.

A Lumet le bastan muy pocos planos para dar cuenta de los recovecos de la conciencia de estos personajes, del bien y el mal que los acecha, de la culpa, la traición y el castigo que los oprime. Ambos están atrapados y cuando el hermano mayor propone una solución para saldar los males, Hank, si bien tarda en decidirse, se ve obligado a aceptar la idea, que no es ni más ni menos que asaltar la joyería de la familia. El "plan", perfecto como todos los planes en papel, falla por un pequeño error de cálculo y convierte una idea salvadora en la mayor tragedia americana.

Sidney Lumet, experto en asaltos y vericuetos jurídicos, crea una narración absorbente y precisa que nos muestra la historia de este asalto con todos los elementos y miradas. Fragmenta el relato para mostrarlo en diferentes perspectivas haciendo al espectador partícipe de la pugna interna entre el objeto y el sujeto de la acción. Con estas vueltas hacia atrás y hacia delante devela el vacío de vidas aglutinadas en sentimientos erráticos y contradictorios que perfilan el retrato más auténtico de la hasta ayer sociedad de la opulencia. Son seres humanos de carne y hueso los que habitan este infierno de envidias, pasiones y miserias.

El supuesto “plan perfecto”, donde no había espacio para el error o la pérdida, concluye en un fracaso estruendoso que lleva al infierno y no queda piedra sobre piedra. En sus 50 años de vida de cineasta, Sidney Lumet puede ser quizá el último ejemplo viviente de haberse codeado con la primera fila de Hollywood: Henry Fonda, Paul Newman, Al Pacino, Sally Field. Esta vez, junto a Hoffman y Hawk, tiene a Albert Finney (El vestidor) y a Marisa Tomei en un rol que agiganta esta tragedia moderna: es la esposa del hermano mayor, y la amante del hermano menor.

Con este nuevo y gran retrato sobre los recovecos de la conciencia y la personalidad humana, Sidney Lumet se consolida entre los grandes maestros del cine. Antes que el diablo sepa que estás muerto, será, sin duda, una de las grandes obras del año.

lunes, 14 de abril de 2008

"Huracán", la odisea libertaria de Norman Jewison


Norman Jewison dirige esta conmovedora película basada en los hechos reales de un hombre al que le privaron tres veces de su libertad. Jewison, el mismo de Jesucristo Superstar y El violinista en el tejado, nos cuenta la vida de Rubin Huracán Carter, una historia dramática y desconocida como tantas.

Rubin Carter, a los diez años, se defiende con una navaja de un pedófilo abominable que los amenaza a él y a sus amigos constantemente, hasta la locura. Por este hecho plenamente justificable es condenado a 21 años en prisión. Logra escaparse al octavo año y se enrola en el ejército.

Al cabo de unos años, Rubin vuelve al pueblo, conoce a una chica y se casa. Pero un juez que lo tiene en la mira por el navajazo al pedófilo (que fue en defensa propia) lo encuentra y lo vuelve a meter en la carcel por otros tres años. Rubin sale decidido a no regresar nunca más a la cárcel. Se casa con la misma chica, se convierte en boxeador y se hace famoso.

No obstante, y cuando mejor le va en la vida, y cuando los planes de un futuro promisorio parecen cumplirse, se comete un triple crimen en un bar y, porsupuesto, culpan a Rubin. El juez le aplica cadena perpetua y no hay nada más que hacer.

Jewison, como gran artesano, dirige con gran oficio una obra que es poderosa en términos de mostrar las infinitas trasgresiones a los derechos humanos. La historia real de Rubin Carter se nos presenta en un relato que conmueve y al mismo tiempo resulta imposibe de abandonar por lo apasionante que se hace la historia. Confieso haber visto esta película en el tv-cable y no haberme desprendido de ella. Notable Jewison para mantener el suspenso y la ansiedad.

Con fragmentos de filmaciones reales -esta historia involucró, entre otros, a Bob Dylan, quien escribió uno de sus grandes temas- Huracán es una película que debe figurar en primer plano en la lucha por la vida y los derechos mínimos de toda persona. Gran paso para Jewison, que avanza en su carrera con una gran obra, con un tema potente que no deja a nadie indiferente.

Bob Dylan: "Hurricane"

domingo, 6 de abril de 2008

Leones por Corderos


Sin duda que la arremetida bélica de Bush en Irak, Afganistán e Irán dará que hablar en muchas películas. En este caso es Robert Redford quien quiere hacer la denuncia de este genocidio mostrando desde un trío de vertientes una parte de estos temas candentes: la prensa, que siempre interesa a lo políticos; el mundo académico, y el combate propiamente tal. En este último enfoque muestra a unos combatientes que van al medio oriente como carnada, como guía a la maquinaria destructiva; en el plano mediático presenta la entrevista que se hace a un senador que tiene la clave para resolver el problema de una vez por todas, y en el académico la relación de un profesor de Ciencias Políticas para incentivar a uno de sus alumnos con el germen de la denuncia ideológica.

Este trío temático permite a Redford deslizar una mirada a la sociedad de ese país con la vaciedad e incongruencia de sus planteamientos. Desde la mirada del senador dispuesto a lo que haya que hacer para obtener la victoria en esas lejanas tierras sugiriendo incluso la bomba atómica, hasta los niveles del comando bélico que urgan a ciegas en tierras desconocidas sin atinar a nada concreto, pasando por las huestes de estudiantes que ven como el país se desarma entero frente a ellos por la ausencia de verdaderos ideales que den nuevos bríos a la especie humana.

Redford es un actor comprometido con la causa de la libertad de expresión y prueba de ello es Todos los hombres del presidente, de Alan J. Pakula, un filme que se encargó de producir hasta en sus menores detalles, y donde muestra la metida de pies y manos de Nixon en el caso Watergate. Esta vez, si bien la trama mantiene un gran dinamismo en sus diálogos tanto en los del profesor con su alumno (Redford y Andrew Garfield), como el sostenido entre el senador y la periodista (Tom Cruise y Meryl Streep), no busca hacer una denuncia, sino provocar una reflexión sobre los tiempos que corren, saturados de torpeza, egoísmo, vacío e inhumanidad.

viernes, 4 de abril de 2008

La Vida me mata


La vida me mata es una historia que transita entre las ganas de vivir y las ganas de morir. O el apego y desapego a la vida, y el vértigo por la muerte. Ambos polos están marcados por una exuberante actriz, Susana, que sueña con la fama y los festivales de cine, y su camarógrafo, Gaspar, que vacila en el sin sentido de la vida aquejado por la muerte de su hermano, la proximidad de la muerte de su abuelo y la silenciosa presencia de su madre. Sólo su hermana, una prodigiosa Amparo Noguera, establece el vínculo de rigor en el mundo real, el de la cordura y los temas materiales.

En esta propuesta visual de Sebastián Silva la obsesión por la muerte va desde el drama a la comedia y al humor negro sin pausas. De este modo el contrastre entre la lúdica performance del cortometraje que se filma en set de encierros y al aire libre (únicas escenas en color de un filme descolorizado) con la tortuosa y depresiva existencia del camarógrafo, parco, grave, sin sustancia vital, imprimen la liberación final que si no es una forma de vida, será una forma de muerte.

Visitas al cementerio, a la morgue, a funerales; así como a los rituales de renuncia forzada (las inyecciones que sujetan a la vida al abuelo) y el logro de la tarea cumplida (los puzzles) para ascender al otro estado, cierran un relato que se apoya en buena parte de la mitología existente respecto a la muerte.
Bélgica Castro y Alejandro Sieveking son los abuelos que pugnan por seguir juntos más allá de la vida terrenal. La primera ya ha partido, pero las inyecciones y los puzzles pendientes mantienen aún al abuelo en el lado de lo real.

Pero es la "reencarnación" del hermano muerto y su invasión de los espacios vitales de la realidad material y de la película que se filma, lo que marcará la decantación y el quiebre entre el aquí y el más allá. Con su presencia y predominio en el eje narrativo, Gaspar podrá captar el color de la muerte y el sentido de la vida, aunque ésta sea en blanco y negro.

jueves, 20 de marzo de 2008

Mirageman, un superhéroe a medias

Maco Gutierrez es un guardia de un club nocturno ninguneado por su jefe y sus colegas. Su vida tortuosa arrastra un asalto en su infancia que destruyó a su familia y dejó con un trauma a su hermano menor. Sólo el karate y las artes marciales sacan a Maco de ese letargo que le impide hallar un auténtico sentido a su existencia.

Una noche, haciendo footing en su habitual cultura física, sorprende a unos asaltantes en plena operación delictual, y con certeros golpes de pies y puños logra frustrar el atraco y salvar de una violación a una joven. Maco, que se ha disfrazado con un pasamontañas para mantenerse en el anonimato, no sabe que la persona a la que ha salvado en esa casa es una popular periodista de un canal de tv y por lo tanto dicha acción heroica tendrá sus secuelas.

La periodista se saldrá de libreto y hablará de este héroe, que en verdad tanta falta hace en las calles de Santiago, donde cada día la delincuencia hace de las suyas. Maco, sorprendido con el fenómeno mediático y con la recuperación que tiene su hermano en el psiquiátrico por la existencia de este héroe, descubre que proteger a inocentes y luchar contra el mal es su auténtica razón de vivir. Sólo que el problema existencial, ahora adquiere nuevas configuraciones y Maco no sabe sin ser Batman, el hombre araña o Supermán. Y este problema de identidad lo tuvieron también los guionistas, quienes toman con acierto muchos aspectos mitológicos del cómic pero no se deciden si hacer una película netamente en ese formato, una parodia o una mezcla entre la realidad y lo fantasioso.

La dupla Marcos Zaror-Ernesto Díaz Gutierrez tuvo un promisorio y notable debut con Kiltro, un potente relato que atraviesa tópicos centrales del cine como la violencia interracial, la lucha entre pandillas, el amor prohibido, la traición y el adulterio, los celos, la venganza. Mirageman es una película que entretiene y que incluso mantiene un cierto suspenso, pero carece de las ideas y los potentes planteamientos tanto visuales como narrativos de su predecesora.

lunes, 17 de marzo de 2008

SIN LUGAR PARA LOS DÉBILES


Si bien está ambientada en 1980 esta película de los hermanos Coen ofrece una cruda mirada al mundo actual con la avaricia, el desprecio a la vida y los valores y el retrato a una época despiadada. La acción transcurre en la zona fronteriza entre México y Texas, en medio de grandes planicies que recuerdan los western. Aquí, los hermanos Coen recuperan el espíritu de cine negro de Simplemente sangre, su notable ópera prima realizada en 1984 y que les abrió una exitosa puerta a otros filmes como Educando a Arizona, Barton Fink o Fargo, pero aportan además ribetes de tragedia griega al mostrar un mundo en el cual no hay salida, no hay escape posible.

Sin lugar para los débiles se basa en la penúltima novela de Corman McCarthy, No Country for Old Men, que es uno de los grandes autores de la narrativa norteamericana moderna y a quien el crítico Harold Bloom no ha dudado en colocarlo a la altura de William Faulkner o Hermann Melville. También, por la actitud de McCarthy frente al acto de escribir y la sociedad, ha sido comparado con Jerome David Salinger (El cazador oculto), autor que sólo vive para escribir y se niega a dar entrevistas, ser jurado en algún concurso, contestar el teléfono o revisar Internet. Su estilo es duro, amargo, desencantado. Y los Coen han logrado traducir con gran acierto todos los silencios y asperezas de la obra. De hecho, los pocos diálogos del filme (se trata de una obra eminentemente visual) están sacados de la novela.

La acción envuelve tres historias: la de un sheriff texano a punto de jubilarse (Tommy Lee Jones) que participó en la Segunda Guerra Mundial; la de un cazador ex combatiente en Vietnam que por azar cae en una trampa de persecución, sangre y dinero (Josh Brolin); y la de un sicario asesino que no da tregua en su maquinaria criminal y, cuando vacila, ofrece la alternativa del “cara o sello” a sus víctimas.

Lewellyn Moss (Brolin) está de caza en el desierto texano cuando descubre los restos de una mortal balacera entre traficantes de droga. La docena de cadáveres al parecer se dieron muerte entre ellos porque nadie alcanzó a llevarse la droga y el pesado maletín con dos millones de dólares. Moss toma el maletín sin pensar que tras él habrá toda una maquinaria levantada para recuperarlo. Los Coen siguen de cerca esa obra maestra de Sam Peckinpah, el maestro de la violencia, que transcurre en la misma zona de El Paso y Texas, Tráinganme la cabeza de Alfredo García, con un Warren Oates que acosa y es acosado con un maletín cargado de dinero

Antón Chigur (Javier Bardem) es el hombre que va tras el botín provisto con arma neumática para sacrificar ganado. Este personaje no se detiene para lograr su objetivo. Como Terminator, derriba todo obstáculo que se le interponga. Sus miradas y desplazamientos inspiran horror. El Sheriff, que no entiende los códigos de la violencia del mundo actual, comienza también a perseguir a Moss para evitar que Antón lo encuentre primero y lo mate.

La sangre, el dinero y la violencia están en el centro de la trama. La metáfora de la codicia y el reguero de cadáveres que siembra ese amargo cargamento, se establece también como una parábola sobre el desconcierto moral que reina en los Estados Unidos de hoy.

Con una puesta en escena precisa, resuelta, contundente, gloriosa en sus grandes planos generales y en la elaboración de personajes sólidos, Sin lugar para los débiles transmite un nihilismo sutil, pleno de desencanto y fatalidad acorde a los actuales tiempos de salvajismo y desmesura.

viernes, 29 de febrero de 2008

sábado, 23 de febrero de 2008

BERGMAN, NOCHE DE CIRCO

Noche de circo (Gycklarnas Afton, 1953) es una de las películas más amargas y desencantadas de Bergman en la cual describe en un tono lúgubre y opresivo la fragilidad de las relaciones humanas en un relato de poderosa vertiente existencial influenciado por la filosofía y la literatura nórdica.

La acción parte con el cansino andar de la caravana del circo Alberti, en el frío amanecer, surcando el horizonte, camino a un pueblo donde detenerse a dar unas funciones. En uno de los primeros diálogos se narra una historia anterior, en flash-back, donde el payaso Frost descubre a su mujer desnuda en una lujuriosa convivencia con un batallón de soldados y acude a rescatarla sufriendo la humillación de todos ellos. Este golpe nos prepara para asistir al drama que veremos. La peregrinación de los carromatos, a contraluz, tiene ese toque que Bergman heredó de su maestro Vilmot Sjostrom La carreta fantasma (1921) donde a través de muy pocos planos transmite la hostilidad y la precariedad de unas vidas desesperadas; así como el sabor del desengaño y la humillación recuerdan al profesor Rath (Emil Jannings) de El Angel Azul.

A poco andar sabemos que Alberti, el dueño del circo y maestro de ceremonias, abandonó hace años a su mujer por la vida itinerante y ligera del circo junto a Anne, su amante, una bella equilibrista y domadora con quien ya se ha perdido toda la magia del encanto inicial. Ahora, en su peregrinar, el circo vuelve al lugar donde Alberti tiene a su familia y acude, por cierto, a ver a su ex esposa, no sin antes pedir ropa prestada para llegar frente a ella con una vestimenta digna y presentable. El mundo de las apariencias y la realidad versus la ficción está presente en todo el espesor de esta trama a partir de las máscaras y disfraces y las mismas vidas de estos payasos que hacen reir cuando internamente están destrozados.

La cuidadosa elaboración del encuentro entre Alberti y su esposa, así como el de Anne y Franz, el actor que quiere seducirla, en planos paralelos, da cuenta del affaire y el engaño simultaneo. Mientras Anne consolida su cita con Franz, Alberti confiesa a su esposa su hastío, su fatiga por una vida miserable y le pide que lo acepte de nuevo, como antes. Y ella, en buena posición, con estabilidad económica y social, le dice que no, que ya en su vida no hay espacio para el amor. Estos dos fracasos simultáneos: el de Alberti en su intento de abandonar a su amante y volver con su mujer, y el Anne en su escapada con Franz, al ver que éste la desprecia y solo quiere utilizarla, está conducido de manera notable por Bergman a través de primeros planos y silencios y elocuentes planos secuencias de poderosa carga visual y expresiva.

Anne y Alberti tropiezan en el camino de regreso al circo, a la función que deben dar, y se confiesan mutuamente sus faltas. Durante la función, Bergman establece un gran contrapunto al mostrar el sudor y el cansancio de Alberti versus la frescura y templanza de Franz, que ha asistido a ver el espectáculo para molestar a ambos. En éste, Franz se burla de Anne para enfurecer a Alberti y provocarlo. Alberti coge el anzuelo y se trenza en una patética pelea con Franz. Durante la lucha cuerpo a cuerpo, que el público aplaude por creer que se trata del plato fuerte de la noche, Alberti muerde otra vez el polvo de la derrota. La función termina, y la caravana comienza nuevamente su marcha en la noche, en retirada de la ciudad. Los personajes, con más carga, hastío y dolor, solo pueden ver que es apenas la mutua compasión que se tienen, ya integrada en sus vidas, la que puede permitirles seguir juntos.

Lo medular de este cruel relato de Bergman es la sobriedad con la que pinta a seres vencidos por el tiempo y la vida. Apoyado en una estética de luces y sombras con una determinante fotografía de Sven Nykvist, crea un retrato potente de personajes que quieren escapar de su propia prisión pero chocan en su intento con una realidad ácida y brutal en la cual no queda espacio para los sueños. Se trata de un Bergman amargo y notable, que nos estremece con personajes inolvidables y poderosamente reales.

CON LA MUERTE EN LOS TALONES

Realizada entre Vértigo (1958) y Psicosis (1960), dos de sus obras maestras, North by Northwest (1959), es un divertimento hitchcockiano en plena Guerra Fría con el telón de fondo de las Naciones Unidas y la tensión de espías yanquis y rusos tras poderosos y potenciales secretos de Estado. Aquí, el maestro se juega sus temas favoritos del hombre equivocado y el falso culpable en un relato que no da ni un segundo de tregua.

Mientras se toma un café con unos clientes en un hotel, un publicista (Cary Grant) es confundido por un agente del contraespionaje y es primero secuestrado y luego emborrachado para, tras su huída, ser perseguido por todos los Estados Unidos en una cacería interminable. La historia tiene un ritmo vertiginoso y está llena de las claves estéticas de corte y montaje que impuso el gran maestro y que después servirían para dar vida a toda la serie de películas de James Bond o los casos de Bourne, entre miles de otras.

Y pese a estar próxima a cumplir su medio siglo, Intriga Internacional o Con la muerte en los talones, es una película que se mantiene plenamente viva merced a sus saludables toques de humor y tensión dramática, y a las metáforas sexuales en la relación que el protagonista establece con la bella del relato (Eve Marie Saint). Inolvidable es la elipsis en que la jala al borde del abismo del Rushmore para terminar acomodándola en la cama del tren mientras éste inicia el acceso a un túnel.

La confusión de identidades que sirve como motor de esta historia en la que abundan personajes peligrosos (interpretados por James Mason y Martin Landau) establece los elementos de acoso en el cual el protagonista se ve paulatinamente atrapado en una zona de ardiente pesadilla, al borde de la muerte.

Varias escenas de este filme, como la persecución con la avioneta o la escapada por el monte Rushmore constituyen parte de los grandes legados de Hitchcock y son la matriz desde la cual se ha levantado el cine de acción moderno. El guión (Ernest Lehman), la música (Bernard Herrmann), y el montaje (George Tomasini) impulsan un relato de ritmo frenético y delirante que no da tregua. Auténtico suspenso a lo Hitchcock.




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